Viernes 28 de septiembre. Plaza de toros de Algemesí. Media entrada mañana calurosa. Erales de Nazario Ibáñez, bien presentados y de excelente juego, salvo el tercero. Jordi Pérez (turquesa y oro), saludos tras aviso. Jorge Martínez (corinto y oro), oreja. Fran de Vane (malva y oro), vuelta tras aviso. Jorge Rivera (rosa y oro) saludos tras dos avisos. Isaac Fonseca (azul pavo y oro), dos orejas. Presidió Francisco Rubio. Entre las cuadrillas saludó tras banderillear José Arévalo.
Enrique Amat
Las lluvias caídas el martes y el miércoles propiciaron que las novilladas de las escuelas de tauromaquia de Valencia hubieran de reprogramarse otros días horario matinal.
Ello permitió al aficionado, no solo disfrutar de un festejo de promoción, sino de vivirlo en un ambiente muy distinto al que se tiene en los festejos vespertinos. Un día laborable, luminoso, con el ambiente en la calle calmado a las once de la mañana y con la cuidad viviendo su ritmo normal. Y, en los tendidos, una paz y una tranquilidad que no se conocen habitualmente en este coso por las tardes.
Una mañana tranquila, radiante y luminosa, y con una temperatura de lo más agradable para ir a los toros. Qué más se puede pedir?
En ese marco, la setmana de bous de Algemesí continuó con la celebración de la primera de las dos novilladas con participación de alumnos de las escuelas de tauromaquia, tanto de Valencia como de otros centros. Todo enmarcado en el certamen “Naranja de plata” que patrocina la comisión taurina de la ciudad.
Una más que plausible iniciativa esta de anunciar dos festejos de promoción en la feria de novilladas por excelencia de la temporada española. Y unos festejos que, además, ofrecen la posibilidad al aficionado de calibrar las aspiraciones de hasta diez alumnos, de los más destacados de sus respectivos centros. Jóvenes toreros en el ruedo y jóvenes aficionados en los tendidos, con lo que yo tiene de importancia para el futuro de la fiesta. Entre ellos, destacar al aficionado local Vicente Roig “El Roig”, quien la fiesta de los toros en las venas Y que torea de salón con arte y sentimiento
La promoción de la fiesta es necesaria. Y, sobre todo, ayudar a que los más jóvenes den sus primeros pasos en esta profesión. Y si además lo es en el marco de una feria de renombre como la de Algemesi y ante un encierro de garantías, miel sobre hojuelas.
Los astados elegidos para este primer examen eran del ganadero murciano Nazario Ibáñez. Compusieron un encierro de excelente presentación, de preciosas hechuras y muy en el tipo de su encaste Núñez. Y luego, salvo el tercero, dieron un excelente juego para los toreros. Y no dejaron de interesar a los aficionados por su raza y bravura.
Precioso de hechuras el primero, un ejemplar que dio un juego notable. Incansable en su movilidad, no paró de embestir con viajes largos y metiendo la cara por abajo. Tuvo eso sí, sus teclas, porque derrochó casta y siempre pidió que lo sometieran y le hicieran las cosas bien.
El segundo, también bien hecho, estuvo a la altura de su hermano. No dejó de embestir, obedeciendo siempre a los toques y a lo cites y desplazándose largo y templado.
Un poco más feote era el tercero, un animal que salió muy abanto y distraído de chiqueros, con tendencia a distraerse y siempre yéndose. Embistió siempre con aspereza, sin entrega, soltando la cara y a la defensiva.
El colorado ojo de perdiz cuarto, también fue un ejemplar de bonito trapío, y que no se cansó embestir. Tuvo templanza, nobleza y calidad en su forma de tomar las telas. Y también dio un gran juego el burraco quinto, que se vino de largo y embistió con mucha templanza y clase, humillando y siempre y quedándose colocado para el siguiente muletazo.
El valenciano Jordi Pérez saludó con cuatro largas de rodillas al primero. Luego firmó una faena recia y maciza, en la que poco a poco fue logrando embarcar a su oponente, que no daba facilidades a pesar de su excelente condición. Y es que siempre exigió firmeza de plantas y templanza en las muñecas. Trabajo serio y macizo, que abrochó con muletazos de rodillas.
Jorge Martínez, de la escuela taurina de Almería, es torero de excelente planta y un empacada concepción de la tauromaquia. Se le vio con compostura y apostura, aunque con el defecto de hacerlo algo despegado, en una faena de firma expresiva y en la que lució también por la ligazón.
Fran de Vane, de la escuela taurina de Albacete, no perdió en ningún momento la cara a su desapacible oponente. Firme, tesonero y queriendo en todo momento, lo muleteó por los dos pitones con aguante y tratando de someterlo. A pesar de sufrir tres serias volteretas, no se cansó de estar delante y resolvió la papeleta con tantas agallas como seria disposición.
Jorge Rivera, de la escuela taurina de Castellón, trasteó afanoso y tesonero, en un trabajo tan voluntarioso como escaso de relieve. Y pasó las de Caín a la hora de matar.
Isaac Fonseca, de la Escuela de Colmenar Viejo, es un torero nacido en México que mostró oficio, y muy sobrados conocimientos de la profesión. Saludó con una larga a su antagonista, frente al que abrió la faena de muleta de hinojos en el platillo. Y firmó un trasteo de torero muy solvente, muy hecho y cuajado. Manejó las telas con gran técnica, y estuvo perfecto en su forma de andar por la plaza, en la colocación, en la manera de presentar los engaños, en los cites y en los toques. Todo matadorcito de toros.
Foto: Mateo