Viernes 9 de septiembre de 2016. Plaza de toros de Utiel. Media entrada en tarde soleada. Toros de Las Monjas, correctamente presentados y muy manejables, y un sobrero de Alcurrucén (6º), con cuajo y transmisión. Manuel Díaz El Cordobés (barquillo y oro), dos orejas y oreja. David Fandila El Fandi (azul y oro) dos orejas tras aviso y oreja. Octavio García El Payo (turquesa y plata) ovación y ovación tras aviso. Presidió Luis Maicas.
La primera corrida de toros de la feria de Utiel se celebró en una tarde soleada y con una aceptable asistencia de espectadores a la plaza. A pesar de tratarse de un día laborable, los tendidos del centenario coso utielano se llenaron en cerca de su mitad. Y, quienes asistieron, disfrutaron de una entretenida tarde de toros, que respondió a lo que de ella se esperaba a la vista del cartel anunciado.
Lo cierto es que, desde por la mañana, se vivió un gran ambiente en la plaza de toros. La hora del sorteo marca el punto de encuentro de aficionados en la peña taurina, que se encuentra en la misma plaza de toros, junto a sus corrales.
La oferta de este ciclo, junto con los festejos taurinos, que este año están organizados por la empresa A. G. Toros S.L. con los hermanos Lillo al frente, se completa con otras actividades. Como una exposición de fotografía de Pedro Mateo que alberga el Museo Taurino, sito en la misma peña y que puede visitarse durante estos días. Asimismo, antes de cada festejo se distribuye un ejemplar de la revista “El Redondel” con los datos del festejo de la tarde. Y después de la corrida tiene lugar un coloquio con los protagonistas del día en el restaurante El Vegano. Ayer ocuparon el estrado el matador de toros Alberto Gómez, quien actúa esta tarde, y el también matador de toros Domingo Valderrama, quien ahora ejerce labores de representante de la ganadería de Las Monjas. En liza en esta feria están el XXIII Trofeo Utiel Taurino al triunfador de la misma, instituido por la PeñaTaurina Utielana, y el XIV Trofeo Sabor Torero Vera de Estenas, que premiará con su peso en vino a la faena de mayor sabor dentro del abono.
Los toros del hierro de Las Monjas sustituyeron a los inicialmente anunciados de Torrealba. Compusieron un lote de astados de correcta presentación para una plaza de esta categoría. Algo desiguales en cuanto a sus encornaduras, algunos de ellos tuvieron cuajo y romana y otros estuvieron más vareados y variados en sus pelajes.
El encierro dio buen juego en general. El conjunto tuvo un gran fondo de calidad y nobleza. Quizá les pudo faltar un tranquito más, y un tanto así de poder, pero resultaron más que colaboradores para los toreros, con la excepción del tercero. Al sexto le protestó el público y fue devuelto a los corrales, aunque finalmente tuvo que ser apuntillado en el ruedo. Y como sobrero se lidió un ejemplar de Alcurrucén, a punto de cumplir los seis años. Grandón y con mucho cuajo, resultó un toro con mucha transmisión, exigente pero lucido.
Encabezaba la terna Manuel Díaz El Cordobés, quien venía de triunfar el pasado sábado en la plaza de toros de Requena. Volvió a poner de manifiesto una vez más su soltura, su dominio de la técnica y de los recursos escénicos. Anduvo desenvuelto por la plaza, comunicativo con los tendidos y dio todo lo que se esperaba de él. Mató de dos estocadas y se llevó tres orejas en el esportón. A pesar de lo que muchos puedan decir, tiene mucho mérito, después de 23 años de alternativa, seguir siendo capaz de atraer público a las plazas de toros, y que éste siga disfrutando con el espectáculo que Manolo es capaz de ofrecer.
Algo parecido se puede predicar de David Fandila El Fandi, quien recibió con largas cambiadas de rodillas a sus dos oponentes. Variado con el capote, volvió a dar su habitual espectáculo con las banderillas y con la muleta anduvo tesonero, firmando sus trabajos afanosos y cumplidores que estuvieron bien rematados con los aceros. También fue premiado con tres apéndices auriculares.
Y sin embargo se fue de vacío mexicano Octavio García El Payo, quien firmó los mejores momentos del festejo, pero su deficiente manejo de las armas toricidas le impidió cortar trofeos. A pesar de todo, el torero de Querétano causo una gran impresión en su debut en Utiel. Octavio plantó cara con decisión y buen aire al deslucido tercero, al que muleteó templado y muy acompasado, para terminar la faena pisando terrenos de mucho compromiso. Y tuvo la virtud de entender a la perfección al buen sexto, un astado enrazado y exigente, al que le pudo a base de consentirle y someterle en los vuelos de la muleta. Su favor tuvo mucho fondo y no estuvo exenta de torería y expresión en sus formas. Se abrió un amplio crédito.