Parece que no lo quieren en la cumbre, que es donde tiene que estar, como acaba de verse en la Feria de Otoño, continuación de un temporadón contra corriente.
Porque empezó bien en Fallas y se reafirmó en Madrid en una temporada comenzada con poquísimos contratos. Dos actuaciones las de Valencia y Las Ventas que no repercutieron en los contratos ni por su gran cartel de siempre y llegó agosto con poquísimos.
Después, para que lo valore el público debe estar a tope. En Pamplona hizo una muy buena faena en su primero y ni le aplaudieron y otra en Bilbao muy en su estilo y ni le tocaron la música.
No sé si su situación ante las empresas es por ser torero sin marketing, o que no sabe venderse en la plaza cuando no está completo, o que tiene un carácter algo seco, o que la enfermedad de su apoderado impidió negociar más contratos, o que ha ido siempre de independiente con su fiel Fernando Cepeda o que no se involucró en la revolución de Sevilla contra el ya desaparecido taurinamente Canorea hijo y el veto a la Maestranza. Esto es lo que se ve desde fuera.
El caso es que parece que siendo uno de los 7 u 8 de la cumbre, y ya durante muchos años, se lo quieren cargar cuando se le vaya un pie. Pues tendrán que esperar después de lo de Madrid de este 2017.
Año que ha sido muy duro para él pero que ascendió montaña tras montaña con las sustituciones de Morante y Manzanares con triunfos diarios. Hasta tal punto que terminó con 36 actuaciones, lo que en un año en la que el líder del escalafón andará lejos de las 60 no está mal.
Año heroico y triunfal este del 17 que etapa a etapa se ha puesto en la cabeza tras Enrique Ponce como los dos mejores de la temporada. Y además ha cambiado la tradición de que sus años cumbres sean los pares, como lo fueron los inolvidables 2008 y 2014.
Menos mal que se ha disipado el panorama que parecía condenar a Perera y que a base de calidad, valor y entusiasmo pudo dar la vuelta a la tortilla. Yo me alegro como me alegro de todas las cosas justas que suceden.
No conozco al torero, hemos intercambiado tres o cuatro palabras cuando recogió en Las Ventas la Oreja de Oro de Radio Nacional en el San Isidro del 2015, pero me fastidia que quieran cargarse a un torero como éste que tanto vale y tanto tiempo lo ha demostrado. Y lo que le queda. Porque si repite el año próximo actuaciones como la de Madrid de Otoño, la sensacional de Roquetas y las de todas las de septiembre habrá Perera para rato. En las que no estaba en su mayoría.
Tampoco estuvo en la de San Miguel de Sevilla –este año adelantada a la festividad de la Virgen de la Merced, fecha antes siempre lógicamente de Barcelona- y repitió Talavante cuando el puesto del domingo debió ser -¿por qué no?- para el de la Puebla del Prior, triunfador de la temporada. Tampoco estará en la del Pilar.
Menos mal que lo vieron en Fallas, en la de abril, en San Isidro, en sanfermines y en Bilbao (sustituyendo)
Desde hace años me pregunto ¿qué le falta a Perera? En su carrera y en su toreo y en la política de fuera del ruedo. Casi nadie sabe responderme.
Y ahora, además, ha conseguido reunir una cuadrilla de ensueño. Curro Javier, Javier Ambel y Guillermo Barbero consiguieron aplausos hasta lidiando. Una delicia, por lo que la tarde no pudo ser más completa. Hacía tiempo que no se veía una conjunción así de subalternos.
Y sigo pidiendo que me expliquen lo de Perera.