Definitivamente este es un país de pandereta. Y nada tenemos contra ese instrumento musical. Con la mal llamada “desescalada”- término cursi a más no poder- se juntan el miedo al prójimo con la irresponsabilidad.
José R. Palomar
La prioridad de este Gobierno de impostura y propaganda, es que funcionen los bares, se abran las playas y el personal se entretenga con el fútbol. Las aulas las dejamos para otro día… Hemos pasado de los muertos, que no se cuentan de forma escrupulosa, lo que constituye el mayor escándalo tras los meses de pandemia y confinamiento, al “bienvenida Míster Marshall (como ha ocurrido con el recibimiento a los alemanes en Mallorca) y al “tó el mundo es bueno”!.
Las camisetas con la efigie de Fernando Simón, un autentico irresponsable, producto del marketing de Iván Redondo (que lo mismo le da asesorar a Albiol– en su día- que al maniquí que nos gobierna ahora) constituyen una afrenta a la dignidad, y al recuerdo de los que han perdido a un ser querido. Y el hombre se vanagloria pidiendo que los euros de esas camisetas “ se destinen a un fin benéfico”. El mejor beneficio para los españoles es que dimitieran el filósofo Illa, y el voluntarioso pero inepto Simón. Es indudable que ambos han estado centrados de lleno en un asunto que podía desbordar a muchos, seguramente habrán dormido cinco horas diarias…Pero no se puede jugar con los números, tratándose de fallecidos; tergiversar el lenguaje, utilizar eufemismos. Decir un día que han “desaparecido” 2.000 muertos, y el siguiente que hay tal número de nuevos casos, pues el recuento ha variado multitud de veces. O el día en que proclamaron a los cuatro vientos que ¡habían fallecido 0 personas! – algunas televisiones marcaron el o en mayúsculas…para luego poner las autonomías su apostilla de la cifra real. Y “el jefe de plante del Corte Inglés” que dirige el Gobierno presumiendo de “haber salvado 450.000 vidas!! (bueno, él dice “mi persona”, como si hablara de otro). Y con el mayor descaro, olvidar esos muertos que advierten el MoMo, los servicios funerarios, o los registros civiles con que marcan las defunciones. Al final se esclarecerá la cifra real y lloverán las querellas…
Las televisiones nos han privado del recuerdo de la muerte, que siempre tendríamos que tener en el pensamiento como compañera de viaje, y ha preferido los aplausos en los quirófanos o los balcones. Y un país que se desperdiga entre playas y bares de bar, o terrazas (el que encuentre sitio, claro…). Además, esos medios y los políticos han contribuido a empobrecer el lenguaje, para que las gente de la calle hable cada vez peor. Y les transmite un metalenguaje con términos que no figura en ningún diccionario de la RAE: “desescalada”, “nueva normalidad”, “curva de contagio”. El pionero del invento de palabras inexistentes, que luego se han hecho cotidianos, fue el ex president de la Generalitat Jordi Pujol con su “aixó no toca”, que posteriormente han utilizado hasta rimbombantes universitarios con su variable castellano “esto no toca”…
España anda sumida en un espejismo dominado por el oasis de las vacaciones- los que puedan disfrutarlas-y las terrazas de los bares. Cuando llegue el otoño o incluso septiembre, puede que salga a la luz el descontento de los que gustan ser manejados como un dócil rebaño, para no tener que tomar decisiones. Entonces vendrá “Paco con las rebajas”, y posiblemente despierten…